Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera... |
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…)
La carretera era muy larga y colina arriba el sol era muy intenso; ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.
El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
- Buenos días. -
- Buenos días - Respondió el guardián.
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito? -
- Esto es el cielo. -
- Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos! -
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. - Y el guardián señaló la fuente.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed… -
- Lo siento mucho – Dijo el guardián – ...pero aquí no se permite la entrada a los animales.-
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles…
A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
- Buenos días - dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo. -
- Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar. - Podéis beber toda el agua como queráis. -
En realidad, nos hacen un gran favor... |
El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre...
- Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
- CIELO. -
- ¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo! -
- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
- Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el caminante.
- De ninguna manera! – increpó el hombre, - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…
Paulo Coelho.
Espero que lo hayan disfrutado.
Imágenes de Google.
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